Tomo, el librero by Miguel Ángel Pérez Oca

Tomo, el librero by Miguel Ángel Pérez Oca

autor:Miguel Ángel Pérez Oca [Pérez Oca, Miguel Ángel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2002-01-01T05:00:00+00:00


El viejo Sansón se alzaba, de vez en cuando, sobre los estribos de su montura, intentando escudriñar posibles y desconocidos peligros. Tomo y sus hombres avanzaban por el enlodado camino, llenos de aprensión e inseguridad. Los animales se habían espantado en varias ocasiones, a la vista de algún cadáver, y de varios puntos del horizonte surgían negras columnas de humo. Ni siquiera se oía el trino de los pájaros.

—¿Dónde está la gente? —se preguntaba el bueno de Sansón—. Este país se ha quedado desierto.

—Más bien, muerto —respondió Tomo, al divisar, en un bosque cercano, varios grandes árboles con las ramas cargadas de ahorcados, que los cuervos y los buitres se encargaban de devorar.

Hacía varios años que el centro de Europa se debatía en una cruenta guerra. En 1617, el emperador Matías, debilitado por las intrigas de sus familiares y las estériles negociaciones con luteranos, calvinistas y católicos, había conseguido que la Dieta aprobase el nombramiento del archiduque Femando como su heredero. En Praga, donde no se habían olvidado los luctuosos acontecimientos de 1611, cundió el descontento. Nada bueno podían esperar los sojuzgados protestantes del archiduque, que tenía bien acreditada su fama de católico intransigente y fanático. Ante el creciente desorden y, según él, obedeciendo a un aviso astrológico elaborado por sus complacientes adivinos sobre datos facilitados por Kepler, el emperador marchó a Viena, dejando al frente del Gobierno a un consejo de regencia. Poco después, el 23 de mayo de 1618, durante una tumultuosa reunión en la cancillería, un grupo de indignados miembros de la Asamblea arrojaron por la ventana a los regentes Martinitz y Slawata, así como al secretario Fabricio. Malheridos y afrentados, los regentes tuvieron que huir de Praga, dando así comienzo a un conflicto que había de ensangrentar al Imperio durante mucho tiempo.

La Asamblea, dominada por los protestantes, rechazó las pretensiones del archiduque Femando a la corona de Bohemia, y la ofreció a Federico, elector del Palatinado, y a su esposa, la princesa Isabel, hija del rey Jacobo Estuardo de Inglaterra. En 1619, murió el emperador Matías, abatido por los acontecimientos políticos y la muerte de su esposa, y Femando II, nuevo emperador, recabó la ayuda del papa, España y todos los demás países católicos para sofocar la rebelión protestante, extendiendo así la guerra por todo el continente.

La fulminante batalla de la Montaña Blanca, a las afueras de Praga, devolvió a Femando el dominio de Bohemia, mientras Federico, llamado el rey de invierno, tuvo que marchar al exilio. La espantosa represión que siguió en Praga, con múltiples ejecuciones y expropiaciones de bienes, así como inhumanas condiciones impuestas a los vencidos protestantes, solo consiguió exacerbar los ánimos e impulsar a los dos bandos a una lucha de exterminación mutua. Las matanzas de La Valtelina, por el dominio de los pasos alpinos a Italia, la guerra generalizada en el Palatinado, donde sus habitantes eran asesinados sin contemplaciones, habían llevado a grandes sectores de la población rural a la desesperación y la miseria, mientras en las ciudades se sucedían las purgas de uno u otro bando sobre sus rivales.



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